lunes, 12 de diciembre de 2011

3 (tres)

Si ni siquiera
sabemos qué es
onda
y qué partícula.
Todo reverbera y
fluctúa.
Somos una construcción
un deseo.
Una inconstante sugerencia
magia de los contornos
eterno resplandor
dios de las contingencias.
Te falta un amor,
una vía
para llegar al cielo.

martes, 16 de agosto de 2011

En la ruta de nuevo


Finalmente, y vaya a saber porqué, he logrado acceder al blog. Ya lo pensaba dar por perdido, porque siempre que intentaba entrar me mandaba a Error 404 Not found. Pero hoy foundeamos!

En el medio pasaron un montón de cosas; pero lo más importante sigue pasando: el volcán nos ha traído una nueva forma de vivir, o de convivir, entre nosotros y con 30 cm de ceniza. Para resumir al día de hoy: 5.000.000 de m3 de ceniza caída, de la que se ha logrado limpiar sólo 20.000. Pero seguiré contando, sobre esto y otras cosas más que pasen en este pequeño lugar, en el que muchos de sus habitantes, todavía hoy, tienen planeado continuar viviendo. Inconciencia?, tozudez?, falta de imaginación? de recursos? (bueno, eso, seguro) A lo mejor escribir me ayudará a entender y entenderme algunas de las razones por las que estamos aquí. Nos vemos! (si San Blogger lo permite)

lunes, 11 de julio de 2011

Invierno nuclear

La tendencia para este invierno: antiparras y barbijo. Aunque dicen que pasó lo peor, sabemos que, a partir de la erupción del volcán Puyehue el último 4 de junio, tardaremos unos cuantos meses en recuperar nuestro ritmo y nuestros paisajes. Pido disculpas por haber dejado el blog un poco descuidado, pero la verdad es que recién ahora estamos contando con algo de normalidad, tanto en el suministro eléctrico como en todas esas pequeñas cosas que nos ayudan en la vida, con las que contamos casi sin darnos cuenta.

Voy a ir publicando algunas de las cosas que vivimos en este rincón patagónico, cosas que vivimos en medio de -todavía!- nuestra propia incredulidad por lo que estábamos viviendo. Qué de cosas que tendremos para contarles a nuestros nietos!

jueves, 19 de mayo de 2011

Fotos explicadas

Una calle un día de lluvia.
Al fondo, los árboles cierran nuestra visión del horizonte. En primer plano, una madre y su hija en bicicleta. No vemos la cara de la madre, tapada por el paraguas (naranja). La niña, tomada del manubrio, sonríe con los ojos cerrados, la cabeza un poco levantada porque la lluvia leve, la acaricia.

viernes, 13 de mayo de 2011

Ejercicio 3

Salió al aire fresco de la noche.

No es que hiciera demasiado frío; adentro estaba muy caldeado. Iba a encender un cigarrillo, pero se demoró escuchando un perro, no demasiado lejos. Como si alguien lo hubiera pateado.

La noche sucia iba cayendo lentamente, y desde el montículo en el que tenía la casita, en verdad, un emparchado de carteles de la ruta y maderas que encontró por ahí; podía distinguir el relumbrar verde que producía el vecindario. Una feria radiactiva.

La tarde moría y los primeros insectos llegaban a alimentarse de la luz de las casas miserables que lo rodeaban.

Dio unos pasos, y sus zapatillas tropezaron con algo duro. Se agachó en la penumbra.

Un abrelatas.

sábado, 7 de mayo de 2011

Una breve historia de casi todo

El astrónomo inglés Martin Rees sostiene que hay seis números en concreto que rigen nuestro universo, y que si cualquiera de esos valores se modificase, incluso muy levemente, las cosas no podrían ser como son.

Por ejemplo, para que el universo exista como existe, hace falta que el hidrógeno se convierta en helio de un modo preciso, pero majestuoso en comparación (específicamente, convirtiendo siete milésimas de su masa en energía). Con un descenso muy leve de ese valor (de 0,007 a 0,006%, por ejemplo) no se producirá ninguna transformación. El universo consistiría en hidrógeno y nada más.

Si se eleva el valor muy ligeramente (hasta un 0,008%), los enlaces serían tan desmedidamente prolíficos que haría ya mucho tiempo que se habría agotado el hidrógeno.

En cualquiera de los dos casos, bastaría dar un pellizco insignificante a los números del universo -tal como lo conocemos y necesitamos-, y el universo no existiría.

sábado, 30 de abril de 2011

Soy un hombre de palabra

Siempre cortas. O no dichas. O inoportunas.

Pero siempre palabras. Que a veces forman nubes de tinta (vocación de pulpo).

Un hombre de palabras. Pocas. Por temor a que lo dominen.

Palabras cruzadas. Con pocos signos de exclamación y muchos de pregunta.

Palabras que se lleva el viento.

Palabras que forman la anatomía del deseo.

Palabras que intentan iluminar la oscuridad.

Palabras que buscan redondear la idea.

viernes, 25 de marzo de 2011

Escultura en la ruta de los Siete Lagos


La ruta que une Villa La Angostura, Traful y San Martín finalmente comenzó a asfaltarse. Camino a San Martín, a pocos kilómetros de la Villa, se puede ver un ejemplo de qué otra cosa se puede hacer con una pala mecánica.

miércoles, 2 de marzo de 2011

En lo profundo de la noche

Hamlet!, Hamlet!, los zombies entraron al castillo, me grita mi fiel asistente C3PO. Teneme la calavera, le digo, mientras busco el celular.
Miro a Frodo, que duerme en un rincón, al mismo tiempo que resuenan las trompetas del 7mo de Caballería Aerotransportada.
Respiro aliviado. Pero buseca con moscato, nunca más.

lunes, 21 de febrero de 2011

Detrás de las nubes

Siempre hay otro cielo.

Festón evanescente
flotando a la deriva
concierto cristalino
verde, barro, fruto
reverbera
y cambia.
Sentado a la orilla.

miércoles, 26 de enero de 2011

Cómo recuerdan los muertos algunas frutas

Ciruelas claudias
Salíamos a buscarlas todos los años en el mes de agosto. Y muchas veces nos decepcionaban. O estaban demasiado secas, fibrosas, o demasiado blandas, casi pochas.
La mayoría no merecían siquiera un bocado, porque sólo tocándolas sabías que no tenían la temperatura apropiada, una temperatura que no se medía en grados centígrados o Fahrenheit: la temperatura de un tipo particular de frescor soleado.
El chico tiene entre ocho y diez años y medio, la edad de la independencia, antes de que empiece a presionar la adolescencia. El chico coge la ciruela en la mano, se la lleva a la boca, la muerde, y la fruta es una flecha que entra hasta el fondo de la garganta con una promesa.
¿Qué promete? Algo que todavía no tiene nombre y que él no tardará en darle. Saborea una dulzura que ya no tiene nada que ver con el azúcar, sino con una extremidad que se prolonga y se prolonga y parece que no acaba nunca. La extremidad pertenece a un cuerpo que él sólo ve con los ojos cerrados. El cuerpo tiene tres extremidades más y un cuello y unos tobillos como los suyos, salvo que está del revés. Por la extremidad sin fin fluye una savia -la saborea entre los dientes-, la savia de una pálida madera sin nombre, que él llamará árbol-chica.
Bastaba con que una ciruela de cada cien nos lo recordara.
Aquí nos vemos

lunes, 24 de enero de 2011

La Grande

El conjunto de lo existente es como el barco de Teseo, que, según Plutarco, como había transportado desde Creta a los jóvenes rehenes que el héroe salvó del sacrificio, fue conservado por los atenienses durante muchos siglos en carácter de reliquia. Pero como los años la iban desgastando, le sacaban las tablas que estaban demasiado viejas y las reemplazaban con otras nuevas que pasaban a integrar el conjunto.
Estas reparaciones se hicieron muchas veces. Por eso, cuando los filósofos de Atenas discutían sobre la noción de crecimiento, el barco de Teseo constituía un ejemplo controvertido: unos sostenían que seguía siendo siempre el mismo y otros, que ya no lo era.

jueves, 13 de enero de 2011

La vida es muerte

Todos los días, a cada minuto, la muerte te rodea. Muerte animal, muerte vegetal, muere la ilusión.
Pero eso es sólo una parte del proceso. Una manera de describirlo. Hay más que eso. Porque con cada muerte hay un reinicio.
Cada comienzo tiene un final y a su vez ese final es sólo una parte de la historia.
No voy a hablar de esperanza y deseos.
Simple sensatez. Intentar ver más allá.
No quedarte con un resultado. Participar de la dinámica.