lunes, 2 de enero de 2012

Periodista

Hace poco, Pablo me dijo que quiere estudiar periodismo. Es curioso. Más o menos cuando tenía su edad, yo empecé a decir lo mismo. Mi viejo me ofreció llevarme a Radio Rivadavia (todas las noches escuchábamos La Oral Deportiva), pero a mí no terminaba de redondearme la idea. No era ese periodismo el que yo quería hacer. Entonces, cuál? No sabía. Pero me doy cuenta que mi padre, aunque de casualidad, me estaba aconsejando de la mejor manera. Sin saber que, por lo general (y en ese lugar y esa época) el periodismo se empezaba por los deportes.
Ahora pienso cómo se hubiera implementado todo el operativo. Vivíamos en Virreyes, no teníamos auto, mi padre tenía horarios rotativos y se levantaba muy temprano a la mañana. Mi madre jamás abandonaba la casa, salvo para ir de visita a lo de algún pariente. Para ella, Belgrano ya era El Centro, donde la gente vivía alocadamente y había mucho ruido.
Estudiaba inglés a cinco cuadras de mi casa, y mi viejo me iba a buscar cuando salía de noche. (las siete?) No lo sabía entonces, pero disfrutábamos de esa caminata. Volvíamos en silencio la mayoría de las veces, aspirando el aire fresco, mientras escuchábamos los perros que ladraban, invisibles. En esa época, ése era el mayor peligro: que te ataque un perro.
No sé dónde estaba Radio Rivadavia en esos tiempos, pero sin duda hubiera sido prácticamente imposible ni siquiera empezar a trabajar. Ni teléfono teníamos. Pero mi viejo se ofreció. No una, sino varias veces.
Después, lo del periodismo se me diluyó, aunque nunca totalmente. Todavía hoy me siento una especie de periodista, orgulloso de su hijo, posible periodista.