lunes, 24 de junio de 2013
jueves, 20 de junio de 2013
Escritores
La vida de un escritor es un total infierno comparada con la
de un hombre de negocios. El escritor debe forzarse a si mismo a trabajar; debe
crearse un tiempo y si no va a su escritorio en lo más mínimo, no hay nadie
para regañarlo por eso. Si es un escritor de ficción, vive además en un mundo
de terror. Cada nuevo día demanda nuevas ideas y nunca puede estar seguro de si
estas vendrán a él o no. Dos horas de escribir ficción dejan a este escritor
completamente seco. Por esas dos horas ha estado a kilómetros de distancia, en
algún otro sitio totalmente diferente con gente totalmente diferente, y el
esfuerzo de volver a la normalidad es realmente sobrehumano. Es casi un shock.
El escritor sale de su estudio totalmente maravillado. Quiere un trago, lo
necesita. Es un hecho que casi cualquier escritor de ficción en el mundo bebe
más whisky del que le conviene. Lo hace para darse a sí mismo fe, esperanza y
coraje. Una persona es tonta al decidir volverse escritor. Su única
compensación es una libertad total: no tiene más amo que su propia alma y es
por eso, estoy seguro, que lo hace.
Roald Dahl, Boy, 1984
(gracias, Cami!)
Suscribirse a:
Entradas (Atom)